La Feria Taurina de Almería, desde mi barrera del 2

El abogado y escritor hace balance de los festejos de abono celebrados en el coso de Vilches

Tomás Rufo, en su presentación en la Plaza de Toros de Almería el sábado 20 de agosto.
Tomás Rufo, en su presentación en la Plaza de Toros de Almería el sábado 20 de agosto. Antonio Jesús García
Juan Martínez Fernández
22:30 • 28 ago. 2022

Lo breve, si bueno, dos veces bueno. Jorge Martínez, en Pegalajar, un sueño; en Madrid, una ilusión y en Almería, una realidad. Un almeriense de adopción al que mi compadre Ruiz Manuel, forjándose en un auténtico alfarero del toreo, ha modelado en figura. Morante y el Juli no pudieron sentar cátedra porque no tenían con qué, sus mentores lo sabrán; Rufo puede que sea, de momento es tan solo una “ilusión de Madrid” que se ha quedado sin toreros; y De Justo y Roca Rey a un nivel en consonancia con su estatus en el escalafón sembraron esperanzas para que la feria del 2023 volviera con el brío necesario en esta tierra bendita. 



Con el público de siempre, preñado de la bondad y generosidad exclusiva de los almerienses que cada feria acuden a la Avenida de Vilches, se ha cumplido el trámite de cambiar de empresa. Chopera escribió grandes páginas y también echó algunos borrones. Lances de Futuro empezó bien aunque hay que darle un tirón de orejas al veedor de los toros en el campo: los primeros toros de Morante y del Juli son un borrón en una feria montada con ilusión y acierto; ni Morante ni el Juli necesitan a estas alturas lidiar novillitos de plaza de pueblo en la Costa del Sol. Notable a los novillos de Guadaira, bravos primero y segundo, con genio el cuarto y los otros tres para novilleros avezados, sin peligro pero encastados y eso se hizo notar con Víctor Hernández y Álvaro Alarcón. 



Los terrenos del toro se pueden pisar pero nunca ‘okupar’, según decía Belmonte: “Quien tiene más cojones es el toro”. Y a fe que es cierto: el primero voló por los aires y el segundo pasó las de Caín; a eso se le llama en el toreo, atropellar la razón y el toro no consiente intrusos en su casa. El primero es aún una propuesta de torero (el valor no es suficiente), el segundo está lejos de serlo aún, pero solo le he visto una vez y no quiero ser agorero. En cuanto a Jorge Martínez está cuajado y si consigue la regularidad necesaria con la espada podrá pagarse sin problemas la finca con la que sueña todo torero; con el capote está cuajado y brilla a gran nivel (se le ve la esencia de mi compadre) y con la muleta, en especial con la mano izquierda llega a los tendidos. ¡Suerte y adelante! 



En cuanto a la corrida del día 20 no se puede emborronar un cartel de lujo con toros dignos de Villalobillos del Conejo: cuatro lances abelmontados, dos naturales de los que se ven cada dos años y una trincherilla histórica resumen la pureza del torero más artista del momento. Nadie me puede tildar de ser blando con los presidentes pero los almerienses se tienen que convencer de que las orejas se piden con los pañuelos y no con silbidos; no había mayoría, aunque también –todo hay que decirlo– el presidente debía de conocer la idiosincrasia del público y el deseo de que se concediera la oreja a Morante era de conocimiento público; hasta los abolicionistas que dieron el ‘coñazo’ en la puerta, se habrían dado cuenta. Por lo tanto, ‘pelín’ despistados los aficionados y en ‘La Higuera el Usia’.



El Juli, sin duda el torero más poderoso que he visto, jugó a las canicas con sus dos torillos, pero para novillos, un festival –eso, hay que mirárselo bien–. Julián, figura histórica del torero, a estas alturas ya no va a tener problemas en su historial, tampoco voy a negar que puso ganas y hasta demostró su valor, algo innecesario, pero … ¡está feo! torear toros para los turistas en una feria de capital. En cuanto a Rufo trae la adrenalina que le ha inyectado la puerta Grande de Madrid pero es un torero que, de momento, no rompe esquemas, toreo de escuela que carece de genialidad y solo con valor –que lo tiene de sobra-  no se llega a la cumbre; el toreo es un arte y como tal exige escribir páginas que no estén ya escritas ni al alcance de los demás; eso, con mis disculpas, no lo he visto. Los toros de Daniel, aprobados, e incluso notables, en una placita de la Costa del Sol para turistas pero para una plaza de toros, de segunda pero otrora con prestigio, no pasaron del cuatro. 



Mano a mano



Y llegó el mano a mano soñado entre dos grandes toreros; y a fe que tanto el cacereño como el peruano estuvieron a su altura. Núñez del Cubillo mandó una corrida digna de la ilusión con la que, sin duda alguna, había montado la empresa esta feria –conste, no obstante, que no vine a la feria a hacer de veterinario y a veces me quité las gafas y no para limpiarlas– . Los toros gaditanos dieron un juego excelente; nobles todos, con calidad extrema el primero, al que el picador malogró en parte en una actuación poco agraciada y al que el torero extremeño llevó a un nivel que debe de agradecer el ganadero; su segundo, ‘complicaito’ por ser posiblemente el más manso del encierro, pero Emilio, aún convaleciente, se la jugó en varias ocasiones y cumplió sobradamente, aunque en mi humilde opinión, no lo entendió. El quinto de la tarde, con cien kilos menos hubiera sido de ‘taco’, impresionante quite por chicuelinas y faena valiente a rabiar de quien quiere mantener su puesto en el escalafón que tanto le ha costado conseguir. Su salida a hombros, merecida, bien ganada y digna de elogio, vino a triunfar y a recuperar el tiempo perdido con su cogida: mi enhorabuena al gran torero extremeño. 



De Andrés Roca Rey resaltar que, a la vez que es posiblemente el torero con un valor más frío de los que han pisado los ruedos, atesora la vergüenza y honradez torera propia de los grandes de la historia de esta fiesta maravillosa: pone las mismas ganas y con el mismo riesgo y valor tanto en los pueblos como en Madrid y en nuestra bella plaza centenaria demostró que lleva dentro la honradez torera de los grandes. Uno de sus quites, con Chicuelinas, Tafalleras, Gaoneras y de frente por detrás tienen que ser recordadas; sufrió un revolcón a fuerza de jugársela con un toro que otros hubieran despachado al desolladero sin discutir y cuando todo el mundo estaba asustado ni se miró. Siendo un cañón con la espada, aunque no tuvo su día, las tres orejas que cortó fueron de ley y dejó claro que está en el podium del toreo por algo. 


Al terminar la corrida, el comentario en los corrillos era unánime. Se oía: “Este mano a mano hay que repetirlo el año que viene”; y en esas estamos los que al vivir fuera, soñamos con la feria de Almería esperando que hogaño se repitan los triunfos de antaño; pues fracasos nunca los hubo en esta hermosa tierra ni los habrá mientras sigamos fieles a nuestra hermosa tradición de ir a la plaza a disfrutar y divertirnos. 


Hasta el año que viene y un abrazo a todos mis paisanos, sean taurinos o no.


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